Un duro golpe para una ciudad que se caracteriza por su solidaridad y la integración de cualquier extranjero en esta sociedad. Una ciudad y unos ciudadanos acostumbrados a vivir y convivir en armonía con respeto a las tradiciones, costumbres, religiones...de todos y cada uno de ellos.
Esta ciudad y sus ciudadanos, así como los turistas que nos visitaban aquellos días, dieron una muestra de madurez y entereza al mundo entero. Primero ayudando a los heridos de la manera que podían en aquellos primeros instantes. Otros acercándose a los hospitales a donar sangre, los taxistas se organizaron para transportar a los heridos o bien a los familiares de forma gratuita hasta los centros sanitarios. Cientos de héroes anónimos de todas las nacionalidades dieron ejemplo de lo que es una sociedad madura y poco egoísta.
Mención aparte para los servicios de emergencias. Aquel día hicieron que todos y cada uno de nosotros nos sintiéramos orgullosos de ellos y de tenerlos a nuestro lado cuando se les necesita... Sanitarios, Mossos, Guardia Urbana, Bomberos y como no a todo el personal de los hospitales.
El domingo 20 me desplacé hasta el centro de la ciudad con la intención de firmar en el libro de condolencias de la ciudad. La cola para entrar al Ajuntament discurría por el carrer de la Ciutat con una hora y media de espera. Era una fila triste, silenciosa. Una vez pasado el punto de seguridad, accedíamos al interior del Ajuntament hasta el Salo de Cent, lugar donde estaban las mesas con los libros.
Después de expresar mis condolencias en el libro, fui caminando hasta Les Rambles, que se encuentran a escasos cinco minutos.
Ese recorrido es el que suelo hacer cada vez que voy al centro de la ciudad. Pasear por la Plaça de Sant Jaume y caminar por el carrer Ferran hasta Les Rambles. Una vez allí continué como hago siempre, dirección Plaça Catalunya, pasando por delante del Gran Teatre del Lliceu y subiendo hasta Canaletes.
Ese domingo la calle estaba llena de gente paseando como siempre, los quioscos y tiendas abiertos como de costumbre, pero el alma no era el mismo. Se respiraba tristeza, dolor, incluso parecía que faltaba color en el ambiente. Aquel recorrido fue el mismo que realizó la maldita furgoneta llevándose por delante a inocentes que no tenían ninguna culpa. Aquella furgoneta segó las vidas de 13 personas, los sueños de decenas de heridos, proyectos, ilusiones y un futuro truncado cuando nadie lo esperaba.
En cada rincón habían improvisados altares con velas, flores, escritos, peluches...muestras de cariño que te rompían el corazón.
Canaletes, acostumbrada a celebrar los triunfos del FC Barcelona, aquel día también lloraba.
Todas muestras de cariño y respeto por parte de los transeúntes, se hacían con el silencio de fondo, a veces roto por un aplauso espontaneo.
Volví sobre mis pasos Ramblas abajo con el objetivo de llegar al mosaico de Joan Miró, lugar donde se detuvo la furgoneta. A medio recorrido, seguía fijándome mas detalladamente en los mensajes que expresaba la gente en escritos muy bellos y cargados de sentimiento, cuando de pronto una niña de unos 10 años de edad, con una tiza en la mano, se aproximó a un improvisado altar y espontáneamente de rodillas dibujó este precioso y sencillo corazón ante la mirada de todos los que pasaban en aquel momento con la palabra PAU...un momento muy emotivo, así como el abrazo de su familia con la niña que no podían ocultar la emoción.
Un instante que recordaré siempre.
Al llegar a lo que sería el mosaico de Joan Miró, se había convertido en una manta de flores, velas, mensajes, etc. Aquel era el punto donde el terror, tres días antes había cesado.
Desde este modesto blog que apenas tiene visitas quiero expresar lo que escribí en el libro del Ajuntament.
"Sempre en els nostres cors"
T'estimo Barcelona
Para cualquier comentario o duda podéis escribir al siguiente correo;
fotografiasyexcursiones@yahoo.es
...o bien dejar vuestro comentario en este blog.
Muchas gracias por vuestra visita.
Un saludo.
